Desde que el hombre apareció en el planeta, fue testigo atemorizado y maravillado de los fenómenos naturales que lo rodeaban y que no tenÃan todavÃa para él una explicación racional. Entonces, al calor de una hoguera y bajo las estrellas, se empezaron a contar historias llenas de prodigios y maravilla sobre todo lo que existÃa, Una para cada fenómeno natural, otra parte para cada dios, habitante imperecedero del Olimpo, que le otorgaron a su vida la alegrÃa y la seguridad de vivir en el mejor de los mundos.